martes, 17 de abril de 2012

Inmovilidad vs Independencia


Se define Inmovilidad como: “Disminución de la capacidad para desempeñar actividades de la vida diaria por deterioro de las funciones motoras” (1). Se le considera como el Síndrome Geriátrico que más influye en la pérdida de autonomía e independencia en el anciano.

La inmovilidad conlleva en última instancia el encamamiento. Este futuro encamamiento desencadenará una serie de complicaciones que pueden imposibilitar la deambulación de nuevo del anciano. 


La inmovilidad afecta a casi todos los sistemas orgánicos del anciano, disminuyendo su calidad y esperanza de vida. Podemos encontrar que las complicaciones que más riesgos tienen son las cardio-vasculares, respiratorias y músculo-esqueléticas (1). Estas complicaciones son tan importantes que la mayor parte de la actuación contra la inmovilidad se centra en la prevención.

La prevención más destacada de la inmovilidad son los cambios posturales y los movimientos físicos.


Mientras el paciente este encamado, se realizarán movimientos tanto activos como pasivos, en piernas y en brazos para facilitar el movimiento de músculos y articulaciones así como de la circulación sanguínea. También se le pedirá al paciente que realice inspiraciones amplias para movilizar los músculos del tórax. Además se le puede colocar vendajes compresivos en extremidades inferiores que faciliten el retorno venoso. (2)

La inmovilidad de una paciente móvil, a menudo, se produce en el propio hospital. Durante la hospitalización se corre el riesgo de que se reduzca la masa muscular del anciano y que cuando sea dado de alta no disponga de la fuerza física que le permita andar. Por eso se debe reducir la imposición del reposo absoluto y junto con el médico y la familia del paciente, la enfermera debe contribuir a la movilización del paciente en el hospital (3).

Tener especial atención en el estreñimiento del paciente encamado porque puede degenerar en un problema grave y muy molesto. La inmovilidad reduce el tránsito intestinal de forma considerable y hace que el paciente no pueda eliminar los desechos de forma adecuada.

Otro punto importante de la inmovilidad es el aislamiento social que predispone al paciente y la sensación de inutilidad que padece.

La recuperación de la inmovilización puede ser lenta y costosa, pero se suelen seguir unos pasos que ayudan al anciano a recuperar su movilidad.
Primero se comienza con el paciente encamado, teniendo en cuenta los cambios posturales o los movimientos pasivos. El siguiente paso consiste en al sedestación, donde el paciente es capaz de ponerse sentado ya sea en la cama o en un sillón. A continuación se intenta llegar hasta la bipedestación, siempre con ayuda de sanitario o familia para que consiga mantener el equilibrio para tenerse de pie. Y finalmente, el último paso, consiste en la deambulación; el paciente es capaz de estar de pie y andar con cierta autonomía.

Estos pasos se adaptarán siempre al estado del anciano y a sus posibilidades. Si el paciente necesita más tiempo para adaptarse a la movilidad de nuevo no pasa nada, no existe límite.
Además puede que sea necesaria la ayuda de soportes técnicos como pueden ser bastones, muletas o andadores.


 Bibliografía consultada:
  1.  Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Tratado de Geriatría para residentes. Madrid ISBN: 84-689-8949-5. Capítulo 20, Inmovilidad.Disponible en: http://gaptalavera.sescam.jccm.es/web1/gaptalavera/prof_enfermeria/boletines/boletin_enfermeria3-2003.pdf
  2.  López Guzmán, J. A; García Zenón, T. El reto de prevenir la disminución del volumen muscular por inmovilización en pacientes hospitalizados: una labor multidisciplinaria. Med Int  Mex 2006; 22:287-91. Disponible en:  http://www.medigraphic.com/pdfs/medintmex/mim-2006/mim064g.pdf         

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